Hablamos de generación cuando se trata
del nacimiento de niños en un lustro o una década, y los que nacen este 2021 y
los próximos nueve años serán la generación del bicentenario. La falsa
generación de ‘bicentinos’, o sea los noventeros, dos mil y un poco más, es la
generación blandita, la generación del cristal, aquella generación susceptible
que se queja de todo y ‘¿por qué son así?’.
Esa generación creció en medio de una familia donde sus padres trabajan casi todo el día, profesionales o no - separados en su mayoría -, padres que creen que darles todo a sus hijos es para lo que han nacido, padres sufridos que quieren darle lo que ellos nunca tuvieron. Se sacrifican para comprarles ropa, zapatillas, el celular de moda, la mejor laptop, hacer de sus vacaciones la mejor de todas, y por supuesto se olvidaron de comprarles educación y palabras como: buenos días, gracias, disculpe, además de valores, moral y el respeto a todos.
Padres que luchan para que sus hijos vayan a un buen colegio y no importa si no les alcanza para comer, padres que no hacen vivir la realidad familiar a sus hijos porque de repente se trauman, crecen inseguros y pueden sentirse mal y acomplejados frente a otros niños o jóvenes. Entonces sus ‘pequeños retoños’ creen que todo es fácil en la vida porque ‘papito’ y ‘mamita’ siempre resuelven todos sus problemas, necesidades, gustos, caprichos y malcriadeces. En ese colegio los profesores temen llamar la atención porque el ‘hijito de papá y mamá’ puede quejarse, y la psicóloga solo agacha la cabeza frente a un problema porque puede quedarse sin chamba, total, su tarea en el cole es que pasen de año, los problemas de casa no son su rollo. Y el colegio se lava las manos con la frasecita ridícula: ‘aquí damos conocimientos y la educación viene de casa’. Se olvidaron que la educación y los conocimientos, como el aprendizaje y la enseñanza se dan en casa y colegio.
Jóvenes que no saben lo que es trabajar y estudiar a la vez, porque eso es imposible, va contra su salud física y emocional, y les puede dar un derrame cerebral por tanta presión, para luego caer en depresión y llegar al suicidio… ‘pobechitos’. Una vez terminado el colegio, no saben que es ingresar a la universidad, no conocen el año de la academia o de chamba forzada para ganar su propia plata, ni mucho menos las amanecidas estudiando para rendir un examen de admisión porque antes que terminen el colegio ya ingresaron a la universidad, así a lo bruto y rápido, y son ellos quienes deciden dónde estudiar, y papito y mamita callan porque su retoño no puede escuchar un ‘no’ porque le da su crisis existencial, entonces otra vez papá y mamá siguen viviendo esclavizados para mantener a una persona con conocimientos pero sin educación, sin humanidad y sin ejemplo de buenas costumbres de casa y menos de colegio, pero sí de malos hábitos y falsos conocimientos de la internet y sus app que les enseñan a ser títeres de la manipulación.
Cuando un cerebro no tiene nada de experiencia de vida, no conoce de conocimientos científicos, que solo leyó diez o quince libros y en su mayoría obras literarias, cuando no contrasta, no es empático, no tiene una visión holística de la realidad en la que vive, y obtiene o aprende una nueva postura frente a un problema o una realidad que cree que descubrió y quiere ser un súper héroe por imitación, sufre un colapso mental llamado: ‘el empoderamiento del retrasado’, una falsa idea de tener un poder entre varios cerebros vacios de ciencia pero llenos de falsa información, muy fácil de manipular por redes sociales, porque las redes para un cerebro vacio es como droga para un drogadicto, y sus líderes de opinión, son personajes que defienden intereses particulares y no sociales. Personajes que actúan frente a una cámara como actores de ciencia ficción donde hablan de cosas sin sentido con una visión subjetiva de su realidad, no de la realidad, ellos son los ‘influencers’ que no saben de música pero opinan, que no saben de ciencia pero dicen que viven en ella, que no trabajan pero dicen ayudar a la sociedad, y así podemos seguir con la lista de incongruencias e incoherencias.
Entonces esta generación con su colapso de empoderamiento retrasado cree que sus actitudes y opiniones están por encima de todos, que todo es justificable y aceptable, que son los amos del mundo y juegan a retar a la realidad, y cuando la realidad les muestra verdades, ellos solo gritan, se ofenden, agreden a todos, no quieren sufrir un colapso y optan por victimizarse con el fin de nuevamente ser acogidos, ya no por mamita y papito, porque ya ‘crecieron’, pero sí por una sociedad que los ve como los pobrecitos, y es la misma sociedad llena de esos papitos y mamitas que los ven solo como ‘jóvenes’ y creen que es suficiente ser joven para estar orgullosos, y es ahí donde nuevamente sus ‘líderes’ detrás de una app o red social los acogen como una manada de animales y los utilizan para sus objetivos y fines.
Algún día esta generación tendrá responsabilidades que debieron tener hace veinte o treinta años atrás y cuando volteen a verse en un espejo sabrán que su ‘etapa de huevón o cojuda’ duró mucho tiempo y será demasiado tarde porque seguro ya tendrán hijos y serán peores que ellos.
Los manipuladores de hoy agradecen encarecidamente a los padres por esta generación de borregos. Qué sería de ellos sin sus retoños y su empoderamiento retrasado, simplemente no existirían en su mundo ficticio, una red de personas, de fantasmas y de opiniones que vienen y van, una droga existencial para ellos que nos destruye como sociedad haciendo que lo malo sea bueno, lo incorrecto justificable y la autoridad enemiga. Esta generación solo debe representar a los peores padres del bicentenario.
Autor: Oscar Segura.
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