jueves, 18 de febrero de 2021

¿Te vacuno?

Las vacunas VIP es el reflejo de lo que es el Perú, y nuevamente la historia repite nuestras falencias, virtudes, complejos y corrupción. Pero detrás de esta corrupción no solo encontramos ‘la vara’, el ‘dale la mano’, ‘es hijo de…’, ‘ayúdalo hermano’, ‘las relaciones’ para favorecer y ‘los contactos’ para conseguir, detrás de estos facilismos está la preponderancia de clases sociales, mal llamada lucha de clases. Preponderancia porque siempre el de arriba gana, el blanco, el de apellido rimbombante, el de familia, a veces el de dinero si es ‘alguien’ o el del poder de turno. Y cuando la clase trabajadora cree que triunfa o gana, es solo una trampa para burro que el de arriba se aprovecha en minutos.

La pandemia sanitaria de la COVID-19 a nivel mundial nos demostró que el Perú no solo es el país más infeliz del mundo, sino el más clasista, racista y corrupto que hay. Para el corrupto toda desgracia es una oportunidad para sacar provecho maquinando cómo robar, qué hacer, a quién llamar y cómo ejecutar sin sospecha alguna de los demás, y si las autoridades se enteran no importa porque también son corruptas y no buscarán sancionar sino ganar un porcentaje del robo. Lo vivimos en el terremoto de Ica que hasta el día de hoy están haciendo el ‘estudio de factibilidad de suelos’, que por el tiempo supongo que ya habrán llegado al centro de la Tierra. El perfil del corrupto, es el perfil del psicópata. No tiene sentimientos, no le importa los demás, es una cáscara vacía que luce encantador (a) y que su labia goza de credibilidad.

‘… el nuncio apostólico y la élite limeña estaban bien vacunados mientras la mayoría de peruanos morían en casas, calles y hospitales, sin oxígeno y sin camas UCI. ¡Viva el Perú! ¡Viva el bicentenario! ¡Viva la colonia!..’

La lista de las vacunas VIP de 487 personas ‘envaradas’ - separando a los investigadores (as) - es reflejo de lo que somos: pendejos, egoístas, sin vergüenzas, yoístas, ladrones, caraduras, cínicos, faltos de empatía, aprovechadores, abusadores… es decir: corruptos por herencia. No nos quedemos mirando solo a la clase política, al empresariado, y la clase alta que como siempre se beneficia de la desgracia de los demás, mirémonos en un espejo. Lo sucedido es solo un ‘recordaris’ de cómo funciona nuestra sociedad, donde unos pocos son siempre los favorecidos y la mayoría siempre termina jodida, ¿Qué novedad hay en eso? ¿Acaso no lo sabíamos? ¿No nos damos cuenta de eso? ¿Cuál es el descubrimiento? ¿Que lo hicieron en una pandemia? Nos mintieron con el tipo de alcohol, luego las mascarillas, luego las canastas, los bonos, el ‘rancho’ de los policías y militares, los balones de oxígeno, las plantas de oxígenos, luego el kit Covid, todo investigado por actos de corrupción disfrazados de ‘errores administrativos’ o ‘falta de gestión’, y todas esas investigaciones ya sabemos cómo terminarán, en impunidad. Y para terminar la desgracia, nos enteramos que algunos políticos, empresarios, el nuncio apostólico y la élite limeña estaban bien vacunados mientras la mayoría de peruanos morían en sus casas, calles y hospitales, sin vacunas sin oxígeno y sin camas UCI. ¡Viva el Perú! ¡Viva el bicentenario! ¡Viva la colonia! ¡Vivan los reyes! ¡Viva la monarquía!

Pero nadie nace corrupto, y este es un proceso que inicia cuando le metes el carro al otro, cuando te quieres meter a la cola, cuando le gritas al policía porque crees que tú eres y vales más, cuando botas la basura a la calle, no saludas, quieras conseguir dinero fácil, no crees en la solidaridad y con esto plantas tu semilla de egoísmo, no crees en nadie porque todo lo vez mal, no te pones la mascarilla porque no respetas las normas ni leyes, etc. Así evoluciona un corrupto para luego estar en un puesto de poder y ser el abusivo y aprovechador de siempre, pero en otro nivel, con saco y corbata o vestido y tacones. 

Nuestra clase política incluyendo los organismos e instituciones autónomas, fuerzas armadas, policía nacional, los tres poderes del Estado, tienen una gran característica que los une y articula muy bien su interior, su esencia: ‘Las relaciones públicas’, que aterrizando al llano es el ‘Compadrazgo’, que no es más que la partida de nacimiento de la corrupción. El apoyarse para delinquir, el hacerse de favores para luego pagarlos, el taparse y justificarse para repartir el botín. Y hoy tocó como protagonista a la vacuna contra la Covid-19, que hasta la fecha se viene resolviendo que no solo se aprovechó de las circunstancias para vacunar a unos cuantos, sino que también hubo un favoritismo para adquirir las vacunas chinas siendo más caras y con menor efectividad.  

‘… si la desaprovechamos probablemente mañana sigamos quejándonos y los especialistas como siempre explicarán el problema pero nunca la solución.’

Hoy que conocemos esta realidad deberíamos trabajar de manera profesional estos cánceres que pululan en la sociedad peruana, trabajarlos desde las familias, padres e hijos, ejercitando con el ejemplo en valores, principios, moral, virtudes, verdad, empatía, solidaridad, caridad, voluntariado, etc. Es el único camino para cambiar esto. No son las leyes, no son las marchas, no son la crítica, en cada casa tenemos la oportunidad de cambiar la realidad del país, si la desaprovechamos probablemente mañana sigamos quejándonos y los especialistas como siempre explicarán el problema pero nunca la solución.

Pregunta: Si fueras presidente, funcionario(a), o millonario(a), o responsable de las vacunas, ¿Le pondrías u ofrecerías las vacunas a tu familia o amistades? Seguro la mayoría dirá: “¡No!”. Pero si ‘gozaran’ de esa oportunidad lo harían sin dudarlo porque se alimentan y pertenecen a un sistema de sociedad corrupto, y el peruano promedio siempre quiere demostrar que vale y puede más sobre los demás. Veamos otro ejemplo. ¿Por qué el periodista Carlos Paredes esperó escribir todo un libro y no denunció apenas corroboró toda la corrupción sobre las vacunas? ¿Fue por vender su libro? ¿Es ético? ¿Se justifica el aprovechamiento? ¿Primó lo comercial que lo moral? ¿Los colegas periodistas se hacen o son?

Autor: Oscar Segura

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